top of page

AUDIENCIA

EN LA CASA DEL COMITÉ DE ACTIVIDADES ANTINORTEAMERI-CANAS

Para Otoniel Camargo

 

MacDowell. Interrogador. Veinticuatro años de edad.

Presidente. Sesenta años de edad.

Bertolt Brecht. Dramaturgo. Cuarenta y nueve años de edad.

Antes del mediodía.

MacDowell, siempre en pie, inició el interrogatorio.

-Señor Brecht: declare su nombre completo y su dirección actual.

-Bertolt Brecht. Treinta y cuatro de la calle Setenta y tres Oeste. Nueva York.

El Presidente se dirigió a MacDowell. Nunca, durante la audiencia, observó a Brecht:

-Fecha de nacimiento.

MacDowell acató la orden.

-Declare su fecha de nacimiento.

Brecht dijo: “Diez de febrero. Mil Ochocientos Noventa y Ocho”.

-Bien, señor Brecht, ¿podría contestarle al Comité si usted es o no es ciudadano de los Estados Unidos?

-No soy norteamericano.

-¿Para llegar a este país se le entregó una visa de inmigrante, emitida por el vicecónsul norteamericano, el tres de mayo de mil novecientos cuarenta y uno en Helsinki, Finlandia?

-Sí.

-¿Usted entró al país con dicha visa?

-Sí.

-¿Dónde vivió antes de ir a Helsinki?

Brecht, mirando al Presidente, juntó las manos y los dedos.

-…Alemania. Luego Dinamarca. Suecia.

-¿Cuál es su ocupación actual?

-Dramaturgo.

-¿Dramaturgo?

-Sí.

-¿Quién lo emplea en la actualidad?

-Nadie.

El Presidente tomó su quijada con la mano derecha y susurró:

-Partido Comunista.

MacDowell asintió con la cabeza en señal de haber entendido. Luego dijo:

-Señor Brecht, ¿es usted miembro del Partido Comunista? ¿Ha sido alguna vez miembro del Partido Comunista?

-Respondí en la declaración escrita.

Con los dedos, Brecht indicó la presencia de unos documentos sobre la mesa del Presidente. Este, tomándolos desdeñoso, acercaba su cabeza a MacDowell:

-No es pertinente. Repita la pregunta.

-Voy a repetir la pregunta – dijo MacDowell en un tono más alto del que solía usar - ¿Es usted ahora, o ha sido alguna vez, miembro del Partido Comunista de este o de otro país?

Brecht, incómodo, respondió: “no”.

También inquieto, el interrogador observó al Presidente quien no respondió a las miradas puesto que ahora estaba leyendo, con aire de preocupación, la declaración escrita. MacDowell, por ocupar esa breve franja de tiempo, repasó el cuestionario que llevaba en su mano, sobre una tabla.pidió que se afiliara al Partido Comunista?

-No – contestó Brecht quitándose los lentes, ya muy cansado.

El Presidente insistió.

-Vínculos, por favor. Vínculos.

Y MacDowell, casi al mismo tiempo:

-¿Para quién escribe usted, señor Brecht?

Brecht se puso los lentes otra vez.

-Para comunistas. Y para trabajadores. Para gente de partidos. Para gente que no está en partidos.

El Presidente, con un enfado notorio, observó a MacDowell quien estaba muy nervioso quizá por haberlo desairado. Luego levantó sus cejas en gesto claro de exigirle un resultado específico al interrogador.

-Eh…Eeeh – casi gritó MacDowell -. Señor, señor Brecht. ¿Recuerda que alguien le haya pedido afiliarse al Partido – tosió con levedad - …Comunista?

-Tal vez…soy escritor. No político.

-¿Quiénes eran esas personas que le solicitaron afiliarse al Partido Comunista?

-Lectores.

El Presidente no salía de su asombro:

-¿Lectores?

MacDowell miró de prisa al Presidente:

- ¿Qué clase de lectores, señor Brecht?

- Lectores de libros. Gente. 

-Inaudito – dijo entre dientes el Presidente sólo como preámbulo a su vociferación posterior -. ¡El poema!

-Para finalizar este primer interrogatorio – casi cantó MacDowell, presa de miedo - …quisiera preguntarle si escribió o no escribió un poema titulado “Adelante, no hemos olvidado”.

Brecht no conseguía quitar su sonrisa del rostro.

-No recuerdo.

-Me permito leerlo, si cuento con la licencia del Presidente.

-Adelante – ordenó el Presidente.

- “Adelante, no hemos olvidado nuestra fuerza en las batallas ganadas. No importa la amenaza, adelante, sin olvidar nuestra fuerza. Solo estas manos que ahora actúan construyeron caminos, paredes, torres. El mundo es obra nuestra” – MacDowell realizó una pequeña pausa. Brecht sonreía de buena gana. El Presidente continuaba muy molesto -. Este es el estribillo del poema: “Adelante. Marchemos hacia la torre, a través de la ciudad, tenemos por partida el mundo;

Adelante. Avancemos. ¿Exactamente quién es el dueño del mundo? Adelante, no hemos olvidado nuestra unión bajo el hambre y el dolor, las amenazas no importan. No hemos olvidado. Liberaremos al mundo de la sombra; cada casa, cada cuarto, cada camino, cada prado. Tenemos un mundo que ganar. Todo el mundo será nuestro…”

- Basta. Ya. Suficiente – aulló el Presidente. Llamó a MacDowell con el dedo índice. Le dio, entre rumores incomprensibles, órdenes de concluir el interrogatorio.

El interrogador, introduciendo las manos dentro de los diminutos bolsillos de su pantalón, espetó:

-Esas eran todas mis preguntas, señor Presidente.

El Presidente juntó algunos documentos con sus dos manos. Tras veinte segundos apenas acertó a decir:

-Se cierra la sesión por ahora. Receso. Hasta las dos de la tarde. A las dos en punto volveremos al interrogatorio.

Brecht sólo siguió sonriendo.

-…Señor Brecht… ¿Es verdad que usted ha escrito poemas, obras teatrales y artículos de prensa revolucionarios? – preguntó al fin, después de una pausa extensa.

-Quizás – contestó -. Escribí en contra de un gobierno.

-Señor Brecht. ¿Es verdad que ha escrito artículos aparecidos en la parte soviética de Alemania?

-No escribo artículos.

MacDowell levantó un recorte de prensa amarillento para que todos en la sala pudieran verlo.

-¿Y esto qué es, entonces?

-Una escena teatral – repuso Brecht, con principios de fatiga -. No es un artículo.

-“La vida privada de la raza dominante” – leyó MacDowell como proclamando una gran revelación. Luego arrojó el recorte sobre una pequeña mesa que tenía a su costado -…Bueno. ¿Conoce usted a Hans Eisler?

-Sí.

-¿Sabía usted que Hans Eisler era comunista cuando lo conoció?

-Sí.

-¿En Mil Novecientos Treinta escribió usted… - tras un carraspeo, elevó de nuevo la voz – junto a Hans Eisler, una obra titulada “Die Massnahme”?

El Presidente frunció el ceño para ordenar:

-Significado, por favor.

MacDowell parecía no haber oído al Presidente. Siguió preguntando.

- ¿Escribió tal obra?

- Sí. Sí la escribí.

El Presidente, ofuscado, insistió:

-Significado.

MacDowell, consciente de su error, un poco más pálido preguntó:

- ¿El título significa ‘Medidas disciplinares’?

- No – respondió Brecht -. ‘Medidas a tomar’. ‘Pasos a seguir’.

El Presidente aprobó con la cabeza, como si entendiera a la perfección y no necesitara en absoluto saber alemán. De inmediato ordenó:

- La obra, por favor.

- ¿De qué trata la obra? – preguntó MacDowell.

Brecht volvió a mirar al Presidente:

- Es una adaptación del teatro japonés y…

- La obra. La obra – lo interrumpió el Presidente, sabedor de que el alemán estaba viéndolo.

- Señor Brecht, ¿podría contestar al Comité de qué trata la obra?

Brecht juntó las manos otra vez. Y detuvo su mirada en los asistentes a la sala.

- Es…una idea religiosa japonesa. La devoción por una causa. Hasta la muerte.

- ¿Cuál era esa idea, señor Brecht?

- Una idea religiosa.

- ¿Pero tenía que ver con el Partido Comunista?

- Supongo que sí.

- ¿Y con la disciplina del Partido Comunista?

- Sí. Supongo…unos jóvenes iban a Rusia, principios de siglo…

- Lo interrumpo. ¿Considera a la obra procomunista, anticomunista, o de postura neutral al Comunismo?

- Propuse ideas. Opiniones.

- ¿Tiene que ver con Alemania?

- No.

- Permítame leerle esto – MacDowell levantó una hoja de la pequeña mesa. – A lo largo de la obra se hace referencia a teorías y enseñanzas de Lenin, del Partido Comunista…escuche: “Voto por la libertad. Voto por una sociedad sin clases, contra la explotación y la ignorancia…” – devolvió la hoja de papel a la mesita – Ahora, señor Brecht, ¿podría aclarar al Comité si uno de los personajes de esta obra es asesinado por uno de sus compañeros debido a que es lo mejor para el Partido Comunista?

Brecht se refregó los ojos y, acto seguido, puso su puño en la sien.

-…no es así. El joven se suicida porque cree haberse traicionado.

El interrogador, molesto, miró al Presidente. Este le mandó, moviendo los dedos, proseguir con el cuestionario.

-Señor Brecht… ¿conoce a Seri Tretyakov?

-Sí.      

- Leo – esta vez era una hoja doblada y quizás la más maltrecha de cuantas llevaba sobre la tabla -. “El camarada Brecht escribió Tambores en la noche. Los tambores de la revolución llaman con persistencia al hombre que se ha ido a casa. Pero ese hombre prefiere la tranquilidad de su rincón en frente de la chimenea”. ¿Recuerda este artículo?

- No – rió Brecht, desganado.

El Presidente negaba con la cabeza, furioso por lo que oía.

MacDowell le entregó la hoja a Brecht. Era tan liviana que de lejos parecía una suerte de pluma derruida.

-Le muestro el artículo.

Brecht leyó de prisa un fragmento de la hoja. Luego su mirada retornó al Presidente.

-¿Sus escritos están basados en los dogmas de Lenin y de Marx?

-No. Estudio historia para lo que escribo. Es todo. MacDowell se acercó al Presidente y conversó con él entre murmullos. Después volvió junto a Brecht. El Presidente musitó:

-Las canciones.

MacDowell, muy obediente:

-¿Escribió usted con Hans Eisler la canción “Elogio del aprendizaje”?

-Sí.

-¿La canción forma parte de una obra titulada “La Madre”, basada en una novela del ruso Máximo Gorki, donde cierta mujer se dirige a un grupo de pobres? ¿Esa obra se presentó en este país durante Mil Novecientos Treinta y Cinco?

-Sí.

-Leo una parte de la letra: “Deben estar preparados para asumir la autoridad; sépanlo. Hombres en huelga, apréndanlo; apréndanlo, hombres de sesenta y cinco años. Deben estar preparados para asumir la autoridad”. Y así sucesivamente. “Deben estar preparados para asumir la autoridad”, esa es la idea central de la canción.

-Está mal traducida.

El Presidente se sorprendió con estas palabras de Brecht.

-¿Esta no es una traducción literal del alemán? – inquirió MacDowell.

-Mala traducción – repuso Brecht negando con la cabeza.

-Si está mal traducida, y así ha sido publicada en revistas incautadas al Partido Comunista, ¿qué quiso decir usted?

-No recuerdo.

El Presidente, alterado, se cruzó de brazos y echado hacia atrás en su poltrona dijo:

-La palabra “autoridad”. “Autoridad”, por favor.

MacDowell notó el malestar del Presidente.

-Señor Brecht. ¿Cómo debería estar traducida la palabra “autoridad”?-Como “conducción” – profirió Brecht, sonriente.

-¿Sugiere que las líneas correctamente traducidas serían: “Deben asumir la conducción” y no “Deben asumir la autoridad”?

-Sí.

El Presidente, pálido de ira, volvió a afirmar:

-Partido Comunista.

MacDowell, a su vez, reincidió:

-Señor Brecht. ¿Alguna vez se presentó para unirse al Partido Comunista?

Bertolt Brecht cerró los ojos, fastidiado.

-No.

El Presidente no iba a dejarse amedrentar:

-Hans Eisler.

MacDowell arregló la posición de su corbata para decir:

-Señor Brecht. ¿Alguna vez Hans Eisler le pidió que se afiliara al Partido Comunista?

-No – contestó Brecht quitándose los lentes, ya muy cansado.

El Presidente insistió.

-Vínculos, por favor. Vínculos.

Y MacDowell, casi al mismo tiempo:

-¿Para quién escribe usted, señor Brecht?

Brecht se puso los lentes otra vez.

-Para comunistas. Y para trabajadores. Para gente de partidos. Para gente que no está en partidos.

El Presidente, con un enfado notorio, observó a MacDowell quien estaba muy nervioso quizá por haberlo desairado. Luego levantó sus cejas en gesto claro de exigirle un resultado específico al interrogador.

-Eh…Eeeh – casi gritó MacDowell -. Señor, señor Brecht. ¿Recuerda que alguien le haya pedido afiliarse al Partido – tosió con levedad - …Comunista?

-Tal vez…soy escritor. No político.

-¿Quiénes eran esas personas que le solicitaron afiliarse al Partido Comunista?

-Lectores.

El Presidente no salía de su asombro:

-¿Lectores?

MacDowell miró de prisa al Presidente:

- ¿Qué clase de lectores, señor Brecht?

- Lectores de libros. Gente. 

-Inaudito – dijo entre dientes el Presidente sólo como preámbulo a su vociferación posterior -. ¡El poema!

-Para finalizar este primer interrogatorio – casi cantó MacDowell, presa de miedo - …quisiera preguntarle si escribió o no escribió un poema titulado “Adelante, no hemos olvidado”.

Brecht no conseguía quitar su sonrisa del rostro.

-No recuerdo.

-Me permito leerlo, si cuento con la licencia del Presidente.

-Adelante – ordenó el Presidente.

- “Adelante, no hemos olvidado nuestra fuerza en las batallas ganadas. No importa la amenaza, adelante, sin olvidar nuestra fuerza. Solo estas manos que ahora actúan construyeron caminos, paredes, torres. El mundo es obra nuestra” – MacDowell realizó una pequeña pausa. Brecht sonreía de buena gana. El Presidente continuaba muy molesto -. Este es el estribillo del poema: “Adelante. Marchemos hacia la torre, a través de la ciudad, tenemos por partida el mundo; Adelante. Avancemos. ¿Exactamente quién es el dueño del mundo? Adelante, no hemos olvidado nuestra unión bajo el hambre y el dolor, las amenazas no importan. No hemos olvidado. Liberaremos al mundo de la sombra; cada casa, cada cuarto, cada camino, cada prado. Tenemos un mundo que ganar. Todo el mundo será nuestro…”

- Basta. Ya. Suficiente – aulló el Presidente. Llamó a MacDowell con el dedo índice. Le dio, entre rumores incomprensibles, órdenes de concluir el interrogatorio.

El interrogador, introduciendo las manos dentro de los diminutos bolsillos de su pantalón, espetó:

-Esas eran todas mis preguntas, señor Presidente.

El Presidente juntó algunos documentos con sus dos manos. Tras veinte segundos apenas acertó a decir:

-Se cierra la sesión por ahora. Receso. Hasta las dos de la tarde. A las dos en punto volveremos al interrogatorio.

Brecht sólo siguió sonriendo.

TAN SOLO CON PALABRAS

Autor: María Teresa Gómez Ramírez

 

Escribiste mil historias, entre sueños compartidos

De alegrías y tristezas, que se quedaron en el tiempo

Son la huella de tu sentir..

Y son prueba  del amor…

 

No vivas de recuerdos, son parte de la vida

Pero solo ellos te permiten construir algo distinto

Aprendiendo cada día…

La razón para vivir…

 

Coro:

Hoy la melodía de tus deseos, se convierte

En realidad cuando la vida te brinda una oportunidad

Hoy a pesar de todo y a pesar del tiempo,

Las puertas de tus sentimientos

Se abren y se entregan al amor

Porque aun eres fiel a ti.

 

Coda:

En el camino, no todo siempre será como lo has querido

Siempre existirá vanidad y egoísmo.

No intentes confundirte, no pretendas entender

Que todo está a tus pies

No solo entre palabras se encuentra la sinceridad..

 

Coro:

Hoy La melodía de tus deseos, se convierte

En realidad cuando la vida te brinda una oportunidad

Hoy a pesar de todo y a pesar del tiempo,

Las puertas de tus sentimientos

Se abren y se entregan al amor

Porque aún eres fiel a ti.

Me gusta verte en medio de tus ganas de estar sola.

Me gusta que me olvides cuando mi boca yerra

y en medio de la risa que despiertan mis bromas,

escuchar tu silencio que mi ser nunca espera.

 

Me gusta quedarme tan solo entre la lluvia

anhelando tu dulce compañía.

Soy poeta, enamorado de un Dios vivo,

soy caballero ilusionado con tu vida.

 

Requiero de tus ojos que me miran

entre risas y calma me bendices.

Mi alma tu ternura nunca evita,

disfruto de las mil cosas que dices.

 

Me gusta que llegaste en el tiempo preciso

con tu boca de frente a mis labios que te anhelan,

y justo en tu corazón pude colarme

logrando que mis ojos siempre verte quieran

 

Solo sé que mi silencio me detiene en tus ojos

despacio ante tu ritmo de besarme nerviosa,

por eso me gusta que tus sueños más grandes

se elevan con pasión de mariposa.

 

Me gusta cuando ríes y te quedas dormida

ajena a mis miradas que te besan despacio,

renuevo mi pasión por recorrerte toda

con mis ojos descalzos que te están reflejando.

 

Y ahora que estoy solo en mi descanso

y anhelo tu suave compañía,

me doy cuenta de que Dios es más que bueno

recorremos los dos la misma vía.

 

 

 

YO CREO EN TI

Autor: Padre Alfonso Camargo

 

Mi bien

Mi tierno amor

Allí donde nací

El sol me dio su luz

Y tú mi corazón.

 

Yo creo en ti hogar de mis ensueños

Cuna de mi infancia y fuego de mi ser

 

Yo creo en ti hogar de mis amores

Donde aprendí primero que amando soy feliz

 

Yo creo en ti hogar de mis virtudes

Escuela de ternura y templo de perdón

 

Yo creo en ti hogar donde florece

El sueño que soñara mi Dios en el Edén

 

Yo creo en ti hogar de mis abuelos

Donde mis padres vieron la luz ya germinar

 

Yo creo en ti hogar de mis desvelos

Donde forjé primero mi anhelo de servir

 

Yo creo en ti hogar donde mis sueños

Soñaron ver un mundo de paz y libertad

 

Yo creo en ti hogar de bendiciones

Donde mi Dios bendice a todos por igual.

JUSTO EN TU CORAZÓN

Autor: Héctor Mauricio Sánchez Abril

 

Me gustas más de lo que un día imaginarme pude,

pero menos de lo que quiero en el mañana.

Me gustas más que el tiempo que comparto contigo,

pero menos que toda tu vida en mi existencia.

LA HERMOSURA DE LA NATURALEZA

Autor:  Miguel Ángel Sierra Rincón

 

La Hermosura de la Naturaleza

¡Que hermoso es contemplar un amanecer, ver el hermoso azul celeste del cielo, la salida lenta pero emocionante del fulgor amarillento y a veces rojizo del sol, escuchar la alegre y armónica entonada del coro de los pajarillos y las lindas avecillas de la naturaleza, nada en la vida es comparable como cuando te tomas un segundo y miras la perfección de las verdes montañas que guardan secretos invaluables de nuestros antepasados y de nuestra historia, que hermoso es respirar lenta y levemente y sentir como el aire oxigena nuestro interior y nos llena de vida y vigor, nada mas reconfortante y satisfactorio que un día nos tomemos el tiempo de   ver caer el agua de una atractiva y elegante cascada e intentar escudriñar los mas íntimos enigmas del preciado liquido indispensable en nesutra existencia ,  nada mas bello que ver las nubes y buscarle formas raras en nuestra imaginación, ni todo el dinero del mundo servirían para reemplazar un espectacular ocaso con sus contrastes de colores y con su profundo mensaje de belleza, nada incomparable que un día intentes descubrir

la majestuosidad de la Creación!

Que emotivo y electrizante perderse entre el oscuro del cielo armonizado con  el níveo y muchas veces cándido de una bella luna en una majestuosa noche, una espléndida y solemne noche, noches llenas de intriga y misterio donde se presenta la oportunidad perfecta para aquel hombre que es soñador, aquel hombre curioso por la grandeza del universo, aquel hombre que posee alma de rapsoda, alma de juglar, que busca perderse en la inmensidad lóbrega y sombría para hallar en el silencio, esa tan deseada calma y serenidad que a diario le roba el ritmo de la acelerada sociedad.

¡Que bello es admirar, observar y disfrutar de la incomparable belleza del mar, de caminar descalzo en la caída de un atardecer en una playa con bellas palmeras, el sentir la arena que roza nuestros pies y nos llena de alegría, que bello es divisar los geniales colores del mar en la llegada de un atardecer en verano, que bello es ver arribar el esplendoroso crepúsculo del día caminando sobre el arenal o en la orilla de la inmensidad oceánica!

Belleza incomparable, solemne grandeza, fuente de misterios y sublime manantial de paz y armonía, cuando entenderemos que eres Creación de la suma sabiduría, de la suma Divinidad, y del Amor supremo.

 

TU

FOTOGRAFÍA

Autor: Carlos Francisco Covaleda Polo

 

 

Al mirarte puedo contemplar

el lienzo pintado por incontados recuerdos,

simplicidades que aceleran

el palpitar de mi corazón.

 

Tristeza y alegría, sollozos y risas,

son trozos de mi ilógico sentir.

En vano es ya degustar tu compañía

y efímero el deseo de acariciar.

No queda más que el ruido interminable

que trastorna mi ser entero

con el barullo del abatimiento

y el anquilosamiento de mi verdad.

 

No puedo vislumbrarte más

porque cada segundo punza en mí

y deprime aún más mi lánguido mirar,

pues mis ojos se aferran

a la excusa perfecta

para que el invierno de mi interior les dé cobijo.

 

Y en este momento,

ellos miran y contemplan,

y mi ser, mi mente, mi corazón,

no olvidan tu silueta

plasmada en este retrato

que venero o idolatro /no sé/

y que mis manos no se cansan de sostener…

bottom of page